El 14 de julio de 2021, se adoptó una propuesta para revisar la Directiva sobre fiscalidad de la energía, como parte del paquete de medidas conocido como "Objetivo 55". Esta propuesta tiene como objetivo principal alinear la fiscalidad de los productos energéticos con las políticas energéticas y climáticas de la Unión Europea, promoviendo el uso de tecnologías limpias y eliminando exenciones y tipos reducidos que actualmente fomentan el uso de combustibles fósiles.
Los cambios propuestos incluyen una forma diferente de gravar los combustibles, basándose en su contenido energético y su desempeño ambiental en lugar de su volumen. Esto permitiría a las empresas y a los consumidores tomar decisiones más limpias y respetuosas con el clima. Según esta nueva clasificación, los combustibles fósiles convencionales, como el gasóleo y la gasolina, serían gravados a la tasa más alta, mientras que la electricidad sería gravada a la tasa más baja.
Además, se simplificaría la clasificación de los productos para efectos fiscales, de manera que aquellos combustibles más perjudiciales para el medioambiente sean los que paguen más impuestos. Asimismo, se eliminarían gradualmente las exenciones existentes para ciertos productos y la calefacción doméstica, lo que implica que los combustibles fósiles ya no podrían ser gravados por debajo de ciertos niveles mínimos establecidos.
Uno de los cambios más significativos propuestos es que los combustibles fósiles utilizados en el transporte aéreo, el transporte marítimo y la pesca dentro de la Unión Europea ya no estarían totalmente libre de fiscalidad energética. Esto significa que se gravarían impuestos sobre estos combustibles, lo que refuerza la intención de promover prácticas más sostenibles en estos sectores.
Es importante destacar que la propuesta requiere la unanimidad del Consejo de la Unión Europea para su adopción. Antes de su aprobación, la propuesta será consultada con el Parlamento Europeo y el Comité Económico y Social Europeo, siguiendo un procedimiento legislativo especial.